Los estudios demuestran que enseñar la lengua de signos a bebés oyentes mejora su lenguaje, su vocabulario y su comprensión de lectura. “Al tratarse de una lengua oficial, los bebés almacenan la información en un área específica del cerebro”, según Marilyn Daniels.
Así, cuando un bebé oyente aprende lengua de signos, su cerebro se desarrolla más allá que el cerebro de bebés que no aprenden un segundo idioma. Daniels explica que “bebés o niños pequeños que aprenden la lengua de signos o su vocabulario, poseen un lugar adicional en sus cerebros desde la cual recuperar la información”.
La lengua de signos también favorece el desarrollo intelectual en bebés oyentes, porque según Daniels, “la lengua de signos necesita que los bebés utilicen más la visión que otra lengua hablada”. Es el hemisferio derecho que procesa la información visual, mientras que el hemisferio izquierdo procesa la información lingüística. Las lenguas habladas se almacenan en el hemisferio izquierdo, pero cuando los bebés aprenden los signos correspondientes a la lengua hablada, están utilizando ambos hemisferios. Esto redunda en una mayor cantidad de conexiones y sinapsis en el cerebro.
Aislar sonidos orales es uno de los mayores problemas que existen para niños y adultos que tienen dificultades para leer y escribir. Estudios realizados en Bélgica, Portugal, Suecia, el Reino Unido y en Estados Unidos han demostrado que deletrear utilizando el alfabeto dactológico de la lengua de signos es el método más eficaz para superar estos problemas.
Acredolo y Goodwyn realizaron un estudio en el tiempo gracias a una beca del Instituto Nacional de la Salud Infantil y el Desarrollo Humano. Los resultados de su estudio mostraron que niños que signaban obtuvieron mejores resultados que niños que no signaban en una serie de tests que calificaban entre otras cosas el desarrollo lingüístico y el coeficiente intelectual. Los mismos niños fueron examinados a las edades de siete y ocho para comparar el grupo de bebés que signaban con el grupo de bebés que no signaban. Los resultados volvieron a demostrar que los niños que signaban tenían un mayor coeficiente intelectual como media, que los niños que no habían signado de bebés.
Kimberlee Whaley, doctora y profesora asociada en la Universidad de Ohio de Desarrollo Humano, también ha realizado varios estudios sobre los beneficios de signar con niños oyentes. En su primer estudio, encontró que el uso de signos en una guardería reducía considerablemente el nivel de frustración en las clases de niños en fase pre-oral. Según Whaley, es mucho más fácil para profesores de educación infantil trabajar con niños de un año que saben signar ya que estos bebés pueden signar cuando quieren un biberón en vez de llorar y esperar a que la cuidadora adivine lo que le pasa. Los signos son una herramienta ideal para que los bebés puedan expresar lo que necesitan antes de que tengan la capacidad de verbalizar sus necesidades.
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