En ocasiones los niños manifiestan malestar a través de sus comportamientos y otro tipo de señales cuyo origen, nos puede costar entender e identificar. Dependiendo de la edad, es probable además, que el niño no sea capaz de expresar lo que siente, con lo que todo se complica a la hora de prestarle nuestra ayuda.
La infancia y adolescencia son un periodo de “andamiaje” fundamental, tanto en lo que se refiere a la adquisición de aprendizajes básicos cómo a nivel de desarrollo emocional y de personalidad. La manera en que se desarrolle éste proceso influirá en su vida cómo persona adulta. Por sí sola, ésta ya parece una razón suficientemente importante como para atender las necesidades psicológicas de los más pequeños, pero por encima de eso está la posibilidad de poder ayudarle a sentirse mejor en el presente, siendo capaz de disfrutar de sus primeros años con recursos adecuados que le permitan afrontar sus problemas.