¿Cuándo acudir al psicólogo infantil?

¿Qué hacemos cuándo nos sentimos enfermos? La mayoría de nosotros ante los primeros síntomas, no duda en acudir rápidamente al médico para que nos aclare que es lo que nos sucede y nos ayude a sentirnos mejor.
En ocasiones los niños manifiestan malestar a través de sus comportamientos y otro tipo de señales cuyo origen,  nos puede costar entender e identificar. Dependiendo de la edad, es probable además, que el niño no sea capaz de expresar lo que siente, con lo que todo se complica a la hora de prestarle nuestra ayuda.
La infancia y adolescencia son un periodo de “andamiaje” fundamental, tanto en lo que se refiere a la adquisición de aprendizajes básicos cómo a nivel de desarrollo emocional y de personalidad. La manera en que se desarrolle éste proceso influirá en su vida cómo persona adulta. Por sí sola, ésta ya parece una razón suficientemente importante como para atender  las necesidades psicológicas de los más pequeños, pero por encima de eso está la posibilidad de poder ayudarle a sentirse mejor en el presente, siendo capaz de disfrutar de sus primeros años con recursos adecuados que le permitan afrontar sus problemas.


 
Una vez más el papel de los padres es fundamental. Por un lado suelen ser los primeros en darse cuenta de que algo no va bien y en segundo lugar, sin ellos, un niño por sí sólo nunca podría acudir a un psicólogo en busca de ayuda.
Sin necesidad de alarmarnos, puesto que en ocasiones podemos considerar patológicos comportamientos normales de la edad, sí es conveniente acudir al especialista cuándo existen dudas sobre lo que está pasando. Nuestra labor profesional consistirá en esclarecer lo que ocurre, valorar la gravedad de los síntomas y dar a conocer las pautas necesarias que permitan disminuir o incluso eliminar totalmente  el origen de los problemas y sus manifestaciones.
Desde el punto de vista de la prevención, resulta muy recomendable la intervención temprana como medio para evitar que determinados problemas se compliquen en un futuro. Cómo ejemplo, la aparición de rabietas que pueden ser típicas en determinado periodo del desarrollo, pueden ir aumentando en frecuencia e intensidad bajo determinadas circunstancias si no se manejan a tiempo de manera adecuada, hasta convertirse en el modo habitual de comportamiento del niño, en lugar de ser una conducta puntual en respuesta a determinadas situaciones concretas y previsibles. A medida que el niño crece, si éste hábito se mantiene en el tiempo puede derivar en conductas violentas mucho más graves.
Por tanto atender lo antes posible cualquier malestar significativo, cambios de comportamiento, dificultades escolares o cualquier otra alteración que podamos observar por sus efectos en la convivencia diaria ya sea  en el hogar o en la escuela, permitirá la solución del problema en aquellos casos en que sea posible o cómo mínimo mejorarlo enormemente, devolviendo al niño y a su entorno más cercano (principalmente la familia)  la estabilidad y la capacidad para disfrutar de su infancia plenamente.

Psicóloga.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...